Nos fijamos constantemente en cómo el sector de los seguros y reaseguros se está quedando atrás en lo que respecta a las plataformas digitales y en que es hora de cerrar la brecha de la digitalización respecto a otras industrias, como la banca. Ya no podemos permitirnos el lujo de que esa brecha siga ahí, ahora que la COVID-19 ha cambiado el comportamiento de los consumidores. Es necesario acelerar la digitalización para adaptarnos al nuevo estándar de consumo. Todo eso está muy bien, es cierto, pero incluso con toda la digitalización acelerada, no alcanzaríamos todavía más que el 50 % del potencial de consumo.
Según el Swiss Re Institute, en 2019 las mujeres representaban aproximadamente una quinta parte del nivel ejecutivo en empresas de seguros y reaseguros, con tan solo un 10 % en puestos de dirección ejecutiva (CEO)[1]. Si consideramos que las mujeres constituyen el 51 % de la población mundial (eso significa que son mayoría), ¿no te parece que esa mayoría de la clientela potencial para empresas de seguros y reaseguros no dispone de una representación acorde y adecuada en las altas esferas?
Trabajar con una visión y un conocimiento del mercado limitados al 50 % es un lujo que ninguna empresa se concedería. Ningún inversor apostaría jamás por una perspectiva del mercado tan distorsionada y ninguna compañía de reaseguros suscribiría jamás una póliza basada en una cobertura de datos del 50 %. Pues bien, esa es exactamente la situación actual. Sin diversidad de género en la organización de reaseguros, en esencia, lo que hacemos es trabajar con una tasa potencial del 50 % en cuanto a poder, conocimientos, recursos, etc.
Riesgos más bajos y tasas de éxito más altas
La investigación muestra una correlación positiva entre la diversidad del equipo ejecutivo y el desempeño financiero y ha constatado que las empresas cuyos equipos ejecutivos están emplazados en el cuartil superior de diversidad de género tenían un 21% más de probabilidades de conseguir una rentabilidad superior a la media[2]. Además, a nivel ejecutivo, existe una correlación positiva entre niveles superiores de diversidad de género y una mayor probabilidad de lograr resultados financieros más beneficiosos[3].
En una empresa insurtech, nos centramos en gestionar los riesgos día tras día. Pero los riesgos que vigilamos centramos tienen parámetros muy definidos, establecidos por la propia política. Como seres humanos, por naturaleza tendemos a centrarnos en aquello que está definido, según los parámetros elegidos, según el alcance del campo de acción. Necesitamos ese marco para seleccionar dónde centrar nuestra atención.
Sin embargo, la brecha de género no forma parte de ninguna póliza de seguro. Eso significa que, si no levantamos la cabeza y miramos más allá de nuestro ámbito de trabajo, nunca llegaremos a ese 50 % que nos falta, porque ni siquiera nos damos cuenta de que está ahí.
La brecha de género conlleva multitud de implicaciones para cualquier organización y sus efectos directos sobre la comunidad de consumidores y los mercados son tan profundos que no solo es hora de cerrarla por pura justicia. Es que además, es una decisión muy inteligente para el negocio, porque reduce riesgos y aumenta las tasas de éxito.
Afortunadamente, yo trabajo en una empresa que se basa en unos valores donde la conciencia de género forma parte de nuestra cultura corporativa. Me enorgullece rodearme de un entorno que se esfuerza por superar barreras y dejar atrás el punto de vista tradicional, limitado al 50 %, para difundir y hacer realidad la diversidad de género como parte de nuestro éxito global.